Muy temprano el autobús nos recoge y en medio de un torrencial chaparrón, propio del monzón, dejamos Jaipur camino de la ciudad abandonada de Fatehpur Sikri .
Es la única parte de todos los desplazamientos en la que duermo durante un rato.
La lluvia desdibuja los contornos de los edificios y el trafico se hace lento y pesado.
Extrañamente, inducido quizás por el color de los edificios de Jaipur, sueño con Marrakech, la otra ciudad rosa que tanto amo, me veo como siempre hago cuando estoy allí sentado en la terraza de Café Glacier de Jemaa el_Fna.
Me he pasado horas en esa Plaza y cuantas más veces voy más me encandila.
Cuando no pateo la Plaza, que suele ser antes de que empiece a anochecer y esta realmente se convierte en un autentico espectáculo, mi ventana favorita es la terraza ( la de abajo ) del Café Glacier, ya que ante mis ojos desfilan sin cesar una corte de personajes sacados como de un libro escrito por un viajero de hace mil años.
No cesan de sorprenderme, las mil y una formas que estas gentes tienen de buscarse la vida y de como con astucia y muchas veces una innegable gracia consiguen el pan suyo de cada día.
Voy a dejarme de filosofar sobre el bien y el mal, la justicia e injusticias que campan por doquier en el Mundo y que yo a veces intento paliar de alguna forma por ejemplo simplemente dándole un cigarrillo a quien fuma y no tiene
.
En la Plaza me han ofrecido de todo, y digo de todo, por que de todo me han ofrecido.
Una serpiente de goma, una piedra de hachis, una botella de coca-cola llena de argan ( o valla usted a saber que ) jurándome que era el elixir de eterna vida. Una dentadura postiza ( usada ) un viaje en camello por las dunas de un maravilloso palmeral inexistente, una noche de sexo eterna con algo parecido a la raíz de la mandrágora y que ellos llaman la viagra berebere.
Un masaje, Hamman incluido, del que saldría hecho un mozito ( en esto caí y francamente tras 20 masajes sigo igual de viejo ) en fin todo lo que Oriente entiende por esencial o lujoso,
Que decir de aguadores, domadores de serpientes, tatuadoras, adivinos, cuenta cuentos, saltimbanquis, brujos y médicos bereberes del desierto y sus puestos de pócimas y milagros.
Los puestos de zumos de naranja y ya por la noche los puestos de comida donde todos son el Argiñano de Marrakech.
He dejado para el final los grupos de música, que por las noches, y en unos iniciático círculos deleitan a los que como yo gustan de la percusión en todas sus variantes africanas.
Gnawas y chaabis me apasionan y mas de una vez he terminado la noche en cafetines o garitos, con algunos de los componentes de estos grupos, escuchando el rai marroquí , fumando shisha y bebiendo Casablanca
( la mejor cerveza de Marruecos)
( la mejor cerveza de Marruecos)
En fin, es para vivirla sin complejos ni prejuicios y mirar como gira y gira, desde el amanecer hasta casi el alba, la Gran Plaza del Mundo ( así la denominan ) llevando bien abiertos los ojos, espabilados los oídos, sujeta la cartera, y la mente receptiva para poder captar y no olvidar.
Ya ha pasado tiempo desde que grabe este video, una noche de Ramadán de 2008.
¿Que será de Aziz, Mohamed, Abderrahim, mis amigos músicos bereberes de Jemaa el_Fna?
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